No puedo aún decidir si me gustó o no la ciudad de Panamá. Dos días son muy poco tiempo para establecer esa conclusión. Sin embargo, más que las estructuras físicas y geográficas de una ciudad, o un país, un lugar se queda en el corazón por las vivencias que tienes allí o por la gente con la que te topas. Fui por razones de trabajo (invitada por una actriz amiga y cliente, de quien soy publicista para RD a los Premios Platino, que se celebraban por primera vez), con más miedo que emoción (últimamente me han atacado un poco los miedos), sin embargo -como casi siempre me pasa- todo pasó mejor de lo pensado. Recibí un excelente trato desde que salí del avión y me sentí como en casa. La gente es muy cercana, acentos parecidos, el calor humano parecido al de mi país.
Tenía pocas referencias visuales o expectativas de lo que iba a ver, y aunque de camino del aeropuerto hay varios kilómetros de construcción de nuevas carreteras, y no es mucho lo que puede verse, al entrar a la ciudad me hizo sentir segura ver el mar -en este caso el Pacífico- escuchar a Blades en el radio del carro que me recogió al aeropuerto, un "dímelo" del chofer al contestar una llamada en su teléfono, entre otras cosas.
La experiencia de estar presenciado por primera vez lo que prometen ser uno los premios más importantes para Iberoamérica, fue la verdad un privilegio. Hicimos buenos contactos, conocí varios artistas y también me encontré con personas que admiro y estimo.
Unas semanas antes de viajar, le había avisado a mi amiga Lizi que iba por dos días (en abril) a la ciudad de Panamá y me dijo trataría de llevarme al aeropuerto para, al menos, verme. Pero no solo fue así, por suerte, Lizi pudo también verme el viernes, me recogió al hotel junto a su bella hija, para llevarme a cenar y dar un breve paseo por el Casco Antiguo de la ciudad. Teníamos 12 años sin vernos y parecía que el tiempo no había pasado, yo la vi igualita de bella, de joven y de cariñosa. Nos conocimos en persona en La Habana a mediados del 2001 ó 2002, por esos encuentros que me regaló mi participación en la Tropa Cósmica (lista de correos que unía a miles de ciudadanos de todas partes que tenían admiración por la música de Silvio Rodríguez como punto en común).
El domingo también Lizi insistió en irme a buscar para llevarme al aeropuerto, a pesar de que tenía la opción de que me llevara alguien de la organización al que fui invitada. Razón por la que agradezco ese gesto y ese tiempo que me dedicó, sobre todo el abrazo de "Hasta luego" y la sensación cálida de que, aparte de los contactos profesionales y la vivencia en sí, también por eso el viaje definitivamente valió muchísimo "la pena".
Tenía pocas referencias visuales o expectativas de lo que iba a ver, y aunque de camino del aeropuerto hay varios kilómetros de construcción de nuevas carreteras, y no es mucho lo que puede verse, al entrar a la ciudad me hizo sentir segura ver el mar -en este caso el Pacífico- escuchar a Blades en el radio del carro que me recogió al aeropuerto, un "dímelo" del chofer al contestar una llamada en su teléfono, entre otras cosas.
La experiencia de estar presenciado por primera vez lo que prometen ser uno los premios más importantes para Iberoamérica, fue la verdad un privilegio. Hicimos buenos contactos, conocí varios artistas y también me encontré con personas que admiro y estimo.
Unas semanas antes de viajar, le había avisado a mi amiga Lizi que iba por dos días (en abril) a la ciudad de Panamá y me dijo trataría de llevarme al aeropuerto para, al menos, verme. Pero no solo fue así, por suerte, Lizi pudo también verme el viernes, me recogió al hotel junto a su bella hija, para llevarme a cenar y dar un breve paseo por el Casco Antiguo de la ciudad. Teníamos 12 años sin vernos y parecía que el tiempo no había pasado, yo la vi igualita de bella, de joven y de cariñosa. Nos conocimos en persona en La Habana a mediados del 2001 ó 2002, por esos encuentros que me regaló mi participación en la Tropa Cósmica (lista de correos que unía a miles de ciudadanos de todas partes que tenían admiración por la música de Silvio Rodríguez como punto en común).
El domingo también Lizi insistió en irme a buscar para llevarme al aeropuerto, a pesar de que tenía la opción de que me llevara alguien de la organización al que fui invitada. Razón por la que agradezco ese gesto y ese tiempo que me dedicó, sobre todo el abrazo de "Hasta luego" y la sensación cálida de que, aparte de los contactos profesionales y la vivencia en sí, también por eso el viaje definitivamente valió muchísimo "la pena".
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Fuente: galapagos islands tours